Además de la adicción, la tradicional vinculación del consumo de drogas al ejercicio de la prostitución o a la promiscuidad sexual, es fuente importante de estigmatización para las mujeres, además de añadir un tercer factor social de descrédito, de vulnerabilidad. La vergüenza, la escasa autoestima, la asunción de la culpa, etc., impide a las mujeres denunciar los abusos, llegando incluso a culpabilizarse a sí mismas de estos episodios y aceptarlos por considerarse indignas, no dignas de amor y/o por el miedo de no encontrar a ninguna otra persona que pueda aceptarlas con tales “déficits”. En nuestros programas nos centramos en abordar el trabajo sobre la identidad y generar estrategias de resistencia frente a este etiquetaje a través del apoyo que ofrecen los grupos de autoayuda.