El 11 y 12 de marzo la Comunidad Terapéutica de Proyecto Hombre Valladolid se desplazó hasta Solórzano (Cantabria) para aprender a disfrutar de un espacio de ocio y tiempo libre saludables.
Ya lo decía Aristóteles: “… la felicidad, a la que se llega por el ocio, es un fin perfecto, que todos los hombres creen está acompañado de placer y no de dolor” (Aristóteles, Política, VIII, 3, 1338a 1-6)
Aunque en el pasado el ocio ha recibido muchos puntapiés al asociarse con la pasividad, fuente de libertinaje y degradación social, llegando a relacionarse cualquier patología con el ocio; en la actualidad el ocio empieza a considerarse un bien en sí mismo, un espacio importante para prepararse para la vida. Así, la educación para el ocio posee una finalidad en sí misma, comienza a ser una herramienta educativa privilegiada que ha ido creciendo vertiginosamente desde hace algunos años.

La mayoría de las personas que llegan a los tratamientos, ya sea por causa de las drogas u otras razones, tiene abandonado ligeramente el uso y disfrute del ocio, con lo cual es beneficioso mantener, apoyar y fomentar esta parcela. En Proyecto Hombre nos situamos en una línea donde el ocio es conceptualizado dentro del humanismo, de la creatividad, la contemplación, la reflexión… Consideramos el ocio como un medio para el desarrollo y el crecimiento personal. Podemos educar para el ocio y a través del ocio.
¿Cuáles son los objetivos de esta experiencia? Como señala Mª Luisa Poladura, responsable de nuestra Comunidad Terapeútica, “abordar con el grupo de personas en tratamiento residencial desde un contexto lúdico: las relaciones interpersonales, el trabajo en equipo, la convivencia y el disfrute sin drogas”. En todo momento han estado acompañados por parte del equipo terapéutico, que les han propuesto diversas actividades, con el fin de aprovechar esta escapada al máximo.
En este viaje han podido disfrutar del aire, el paisaje, la tranquilidad… de la montaña y el mar. Han tenido la oportunidad de descansar, de dejar por unas horas el centro, la ciudad… y así conocerse mejor, a nivel personal y como grupo. Durante el viaje han hecho visitas al nacimiento del río Ebro y la cascada del Orbaneja del Castillo; el nacimiento y cascada del río Gándara en el Parque Natural de Soba; el nacimiento del río Asón; los acantilados de Laredo; la fortaleza de Santoña; Alto Campoo y la playa de las Arenas, entre otros.

Los residentes vuelven de Cantabria con las pilas recargadas y muchas experiencias positivas a sus espaldas: “Hace muchos años que no me reía tanto sin drogarme”, cuenta Jorge; “Hace más de 11 años que no veía más allá de 5 metros”, decía José que había pasado tiempo en prisión.